Mire, yo pensé que bajaba a la ciudad para ver un espectáculo con proyecciones de las mejores jugadas del Barça de Guardiola. Pero no: Los cabrones de mis amigos me metieron en un zulo de un metro cuadrado con una ventana desde la que veía a una tía bailando en pelotas.
Y ya no recuerdo nada más, señor comisario. Pero le aseguro que aquello no era un Pep show.

 

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